Hace tres años recibí el segundo mensaje más bonito de mi vida. Lo anecdótico es que el mensaje más bonito de mi vida me lo enviaste tú también, aunque hace, ahora mismo, casi 16 años.
Es curioso, cada vez que pienso en aquella emoción, aquella ilusión, aquella esperanza mía contigo y por ti, que me entró hace tres años, cuando venía de desear tener cien años para tratar de conquistarte y ni siquiera, en dos años, pude mantener tu aprecio por mí. Qué desastre, qué mal por mi parte.
En fin, al menos, son recuerdos que quedan para mí, de alguien distinto y diferente en mi vida, de alguien que me hizo que tuviera que sentir algo por esa persona, porque lo merecía de verdad, la única que lo ha merecido fuera de lo que son los míos propiamente.
Que Dios os guarde y cuide a todos los tuyos y a ti, María, allá donde estés en esta noche de sábado, que lo pases muy bien y bendita seas siempre.