Es tan grande mi deseo por verte, sólo por verte, aunque no me concedas algo más, que muchas veces me llevan engañados o no. Hoy es un día para dudar muy seriamente de si eras tú o no, lo que pasa es que yo iba en un coche, en el que conducía otra persona, y te veía cruzar por el paso de cebra, junto a las dos torres, en dirección al centro de tu localidad. La cara, el pelo, con gafas, el tipo, el aspecto... Ese camino es posible que lo hagas andando. Eran muchas coincidencias contigo, aunque con puntos de duda, tanto por el movimiento del coche ajeno a mí, como tú andando. Mi corazón no latió, sólo mi mente se inquietó, pero de todas formas, no habría algo que yo pudiera hacer. A lo mejor, si hubiera ido en mi coche, solo y no viniera de desayunar en el polígono con unos amigos, yendo yo solo, hubiera probado a ver si mis ojos tenían razón. Pero no pudo ser.
Si tan solo pudiera sentirte con mi mirada, ver que estás bien, que te desenvuelves en la vida; si al menos tuviera esa posibilidad, sé que sería algo de felicidad para mí, sé que mi corazón estaría más a gusto y tranquilo, pero ni a eso tengo derecho. Ojalá que, aunque yo no lo sepa, Dios te bendiga siempre, María Tengoku.