Hoy es de esos días en los que, sobre todo, necesito darte las gracias. Gracias por aquellos bonitos tiempos entre 2006 y 2008, y muchas gracias por la compasión que desplegaste conmigo en 2001 y 2002. No sé establecer cuándo de aburriste o te hartaste de mí, pero gracias por todo ese tiempo en que me soportaste y aguantaste. Muchas gracias.
No ha habido nadie en mi vida como tú; nadie ha sido conmigo como lo fuiste tú. Muchas gracias, yo te seguiré deseando todo lo mejor hasta que pueda, hasta el último de mis días o hasta que se me acaben los recursos. Gracias, que Dios os guarde y cuide a todos los tuyos y a ti, María Tengoku, bendita seas siempre.