Otro mes ha pasado, pero a mí no se me pasa lo que siento por ti. Sé que no me lo pediste, pero yo, más o menos conscientemente, te entregué mi corazón. Pienso muchas veces en lo que me contaste que le dijiste a tu primera pareja tras vuestra ruptura; ya sé que tú y yo nunca fuimos pareja, pero tengo ese vacío de que tú no me hayas dicho nada, ni tan siquiera un "por ahí te pudras". Quizá hubiese sido sanador para mí, pero parece que ni tan siquiera tengo derecho a ello.
Y es que la vida es así, y es que mi vida es así: siempre castigado a la indiferencia, al desprecio, al silencio, a la soledad, al olvido. En eso sí has sido como todas: no merezco ni una palabra de lo que se siente, quizá porque nunca nadie ha sentido algo por mí.
Por el contrario, yo sí te entregué mi corazón; sí soy consciente de ello y aquí estoy, en esta nada absoluta, que Dios me hará purificar algún día y, muy probablemente, durante mucho tiempo.
El tiempo que me dé de vida, será para desear que Él guarde y cuide a todos los tuyos y a ti, María Tengoku, que tú seas bendita por siempre. Feliz mes de agosto tengas.
