Sin embargo, el minuto para yo verte, para saber que hoy, por primera vez en este curso, sí estabas ahí. Para, en este día caluroso, verte salir con esa camiseta negra sin mangas, pantalones vaqueros y zapatillas amarillas (o color homologable). El minuto justo para ver marchar tu hermosura, cruzar el paso de cebra y marchar andando por la avenida y poderlo ver desde mi perspectiva, en este caso, totalmente en el frente, aunque, a través de los árboles. No importaba el tiempo que yo perdiera en esa situación; lo importante era poder contemplarte en esos momentos. Me daba igual el mundo; aunque fuese de lejos, sin poder acercarme a ti, lo importante eres tú.
Yo no sabía si tú estabas o no; yo tenía que entrar hasta el fondo del edificio, y ni pude llegar antes, ni podía tardar en hacerlo más. Dios quiso que parara ese minuto para no coincidir contigo, Dios ha estado grande conmigo y estoy alegre. Bendito sea Dios, bendita seas tú, María Tengoku.