Hubo un tiempo o, quizá, me ha pasado a veces, en que pensaba que uno de los dos sobramos en ese espacio que compartíamos o en el que coincidíamos. Uno de los dos estaba en el lugar incorrecto para esa persona.
Yo llegué mucho después que tú y acabé poniéndolo todo bocabajo. Tú llevas gran parte de tu vida, aunque de forma discontinua y, realmente, con una coherencia o sentido, que se puede poner muy en duda. Yo ya te he escrito que no te molestaré más y he dejado de ir, salvo que me reclamen para lo imprescindible. A ti ve el pasado sábado en un vídeo, en el que, aunque no estabas allí, sí se demuestra que estabas con gente de allí y, por tanto, sigues yendo.
Tú has podido conmigo; toda tu gente se marchó hace 11 años y tú seguiste. Fui yo quien los eché. En el presente año, tú me has echado a mí, porque no me ha quedado otra opción y, de todas formas, ciertamente, ya es un esfuerzo muy grande ir, como para encima tener que estar evitando verte o procurar no estar cerca de ti. Has podido conmigo.
Ya que no me quieres, María, espero que, al menos, todo ello, ayude a que te sientas bien, a que puedas tener más momentos de felicidad.
