Tras varios meses sin aparecer en "personas que quizá conozcas", has vuelto a hacerlo hoy, aunque ni mucho menos entre las primeras, sino que estás en el puesto 63 de las posibles... Aunque yo, sinceramente, hace tiempo que pensaba que tú me habrías eliminado de las personas que quizá conozcas tú, y por eso tú a mí no me salías entre las mías. Una vez más, por enésima infinita vez, me equivoco contigo.
Es en el único sitio donde te puedo seguir buscándote, donde puedo mirarte y contemplarte sin causar daños ni problemas a nadie, ni a mí mismo. Lo sigo haciendo de vez en cuando, en ocasiones como hoy, en que necesito hacerlo y es este mundo virtual el único que me lo permite.
Hoy también soñé contigo, aunque sólo salías de espaldas en el sueño, como una alucinación o propiamente, como un recuerdo, de espaldas, con tu inmenso pelo rizado de entonces, que te cubría gran parte de la espalda, vestida con una ropa vaquera. Porque soñé más bien con tu ser más querido que, a su vez, más me odia, porque fuimos como uña y carne, que piensa que yo le traicioné, cuando fue él el que me traicionó a mí, no contándome lo que los suyos hacían contra los míos y contra mí mismo. Es curioso ser un traidor para quien te traiciona. Bueno, pues en el sueño aparentaba venir a mí con buenas intenciones, con buenos modales y de buenas formas, pero yo no me lo creía. Cuando le dejé atrás, una conductora de metro, de autobús o de tren, me ratificaba que lo que yo había hecho era lo correcto y también hablamos de ti, que eras una persona muy particular, muy especial.
Sé que nunca volverás a mi vida, y con razón, María Tengoku y, sin embargo, no puedo dejar de quererte.