Te acabo de escribir un breve mensaje en el correo electrónico y hace que empiece una nueva cuenta atrás hasta que termine el nuevo mes. Un nuevo gran tiempo por delante para pensar en ti, para orar por ti, para desearte que estés bien, que te sientas bien y que te vaya estupendamente bien.
Pero se hace largo, ahora que sé que no tengo posibilidad de recibir respuesta; que no existo en tu vida, aunque tú sí existes en la mía; que, en realidad, no sé cómo estarás y cómo te sentirás. Al menos, confío, espero y deseo de que disfrutes con las compañías que tengas, de tus familiares, de tus amistades y seres queridos y, cómo no, de alguien que sea especial para ti y tú para esa persona. No deseo para ti la soledad que experimento yo; deseo que tú sí estés acompañada y que ambas personas os sintáis muy bien por ello. Que así sea. Que Dios guarde y cuide a todos los tuyos y a ti, María Tengoku, bendita seas siempre.