Aunque no sea 27 de abril, cada domingo 27 es un día especial para mí. Aquel domingo 27 de abril de 2008, tú decidiste sentarte al lado de una persona a la que apreciabas, que te caía bien o por la que sentías algo de cariño. Algo así. Para mí, 15 años y cuatro meses después, se sentó a mi lado la única persona fascinante que ha pasado por mi vida. La única que ha significado y significa tantísimo para mí: la única que me ha mirado con sus bellísimos ojos; la única que se ha enfadado verdaderamente conmigo y con motivo; la única a la que he hecho llorar totalmente por mi culpa y dos veces; la única que me ha hecho sentir especial para otra persona; la única con la que me he sentido tan profundamente bien por el mero hecho de estar con ella; la única que me ha hecho sentirme tan bien por verla sonreír; la única que se ha dejado tocar por mí... La única en tantísimas cosas.
Sigo entendiendo aquella reacción, sigo entiendo agarrarte por la muñeca para que no te fueses, para que, al menos, me dieras un beso de despedida, que estuvieras unos instantes más conmigo. Sabes que nunca lo he vuelto a hacer (salvo aquel 1 de septiembre y fue por causas muy concretas y distantes), y nunca volveré a hacer algo parecido, porque aquel momento fue único para mí, aunque tú no lo recuerdes.
Cada domingo 27 es tan sumamente especial... Que Dios os guarde y cuide a todos los tuyos y a ti, María Tengoku, bendita seas siempre, que tu nueva semana y el cambio de mes te vaya muy bien, que tengas buenas noticias y agradables sorpresas.